“Algunas reglas para estudiantes y maestros”, escondido en varios rincones de la red desde hace tiempo, es un panfleto atribuido a John Cage, que en realidad escribió la hermana Corita Kent, artista célebre y educadora del Convento del Inmaculado Corazón en Los Ángeles.
Después, el Departamento de Artes de la escuela de la monja se apropió del decálogo y a partir de entonces se le vio inscrito en infinidad de lugares, tanto impresos como virtuales. Más que ser literalmente reglas para estudiantes y maestros, son reglas, pareciera, para aprender a vivir adoptando la incertidumbre, abrazándola. Una sabia manera —¿o la única?— de vivir con integridad y ligereza en este mundo.
La afortunada atribución a John Cage, la principal razón de su popularidad actual, se debe a que la regla número diez lo cita directamente, y por lo tanto Merce Cunningham, su pareja de vida, guardó una copia en su estudio y lo difundió al mundo.
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